Después de cincuenta años, la canción de José Afonso, Grândola Villa Morena, sigue
despertando profundas emociones dentro y fuera de las fronteras de Portugal. La gran
belleza de la composición, los valores que trasmite su letra de igualdad, fraternidad,
libertad y amistad, valores universales, y la carga simbólica que le otorga el hecho de ser
la señal para el inicio de una revolución pacífica, apoyada por una ciudadanía que
entendió aquella madrugada del 25 de abril que estaba llamada a decidir el futuro del
país, le otorgan un peso histórico sin precedentes.
Las armas del ejército cambiaron el humo de las balas por claveles y, después de
cuarenta años de dictadura y de supervivencia de un régimen colonialista atroz, el último
que subsistió en el mundo, y que acabó con la vida de miles de personas, Grândola Villa
Morena marcó el inicio de un periplo para el que ya no hubo marcha atrás: la
democratización, no solo de Portugal, sino de la Península Ibérica. España, en la agonía
inmediata de su dictador, miraba con emoción los acontecimientos de su inmediato
vecino.
Cómo reconoció el pueblo aquella señal sonora, si fue el boca a boca o fue el hecho de
que en una radio católica sonara una canción prohibida por la dictadura; quién puso el
primer clavel en el fusil o cómo es posible que apenas se disparara un tiro en varios días
de revolución no puede ser más que por la voluntad de todo un pueblo, que incluye a un
ejército comprometido, cargado de humanidad, a pesar de estar mermado y frustrado
por las guerras coloniales.
Comenzó entonces un camino complicado, no sin dificultades, controversias ni miedos,
pero hoy, cincuenta años más tarde, podemos seguir celebrando aquellos valores. Como
dice la canción, el pueblo es quien más ordena, y así lo llevan haciendo los portugueses
desde aquel maravilloso día de 1974. Tuvieron la suerte de que el ejército entendió su
mandato.
La revolución de los claveles fue mucho más que una revolución romántica, fue la
voluntad de un pueblo y, sobre todo, una demostración de falta de ambición por el poder
del ejército. Solo buscaban, junto a los ciudadanos paz y democracia.
Una lengua infinita quiere hacerse eco de los valores de la revolución y con esta versión
hacer una homenaje al pueblo portugués.wUna Lengua Infinita es un proyecto musical
sin fronteras que pretende ayudar a los músicos a salvar la enorme distancia que existe
entre el valor de su talento y la posibilidad de recibir una remuneración adecuada.
Esto tiene lugar a través del lenguaje que nos conecta a todos: La música. Músicos de
todo el mundo interpretan las canciones y piezas instrumentales que ellos mismos han
compuesto.
Los principios de Una Lengua Infinita son inquebrantables: un proyecto sin fronteras,
humanidad, autenticidad a través de instrumentos acústicos, armonía y mucho amor.
Puede obtener más información sobre el proyecto a través de las redes sociales y en su
página web: www.unalenguainfinita.com