La cantautora Dai Lares no conoce ni se cruzó jamás con Charly García. Pero siente que el aura del “rockstar” argentino llegó a sobrevolar unos instantes sobre su existencia, cuando tenía 14 años.
Fue durante la etapa en que la taurina era estudiante secundaria en una escuela de arte de Tigre y su profesor de música llegó a ser, ni más ni menos que, Jorge Minnisale, guitarrista de la recordada banda Suéter, que fue desairado en 1985 por el hombre del bigote bicolor y dueño de la célebre frase “Say No More”, cuando estaba por grabar el disco “20 caras bonitas” le dijo: “Lo lamento. Estos temas tuyos… son de otro disco”.
“¡Era reloco el profe Minnisale! Un auténtico personaje -afirma Dai agregando–. Tenía el cabello largo. Llegaba al aula y ponía los pies sobre la mesa. Verdaderamente, rompía con la estructura de la escuela. Siempre decía: ‘los que me quieran dar bola, vengan para acá; los que no, hacen el trabajo y se quedan allá. Pero no molesten a los que quieren hacer algo”.
Como a la morocha le gustaba escribir, un día le mostró una letra. Por cierto, con suma vergüenza. Pero el docente, demostrando gran humildad, la leyó, empezó a cambiarle párrafos y a modificar la estructura, hasta que logró armonía. “Si hoy agarro la guitarra, hasta puede ser que me la acuerde. Fue la primera canción que escribí”, rememora.
Embargada por la emoción, Dai cuenta que a este profesor lo tuvo solo un año y nunca más lo volvió a ver. “Pero me marcó, me abrió la cabeza. Al punto que, me di cuenta que algo podía hacer con la música”, sostiene la hermana menor de Adrián, que posee más de 44.300 seguidores genuinos en su IG @dailares_music
Si bien todo eso sucedió en la adolescencia, Dai Lares comenzó a sentirle sabor a la música en la niñez. “Yo iba a una escuela de monjas, al igual que mi hermano, que cantaba en el coro de la iglesia. Mientras esperaba a mamá, que nos pasase a buscar, repetía las canciones en voz baja”, admite la oriunda y vecina de Tigre.
Sin antecedentes artísticos en la familia, salvo su padre, que tocó el bombo en su adolescencia, cuenta que, al poco tiempo, empezó a amigarse con los instrumentos “ya que cantaba y tarareaba un poco, porque el director del coro era profesor de guitarra le enseñó los acordes básicos. Pero como no tenía guitarra, me las rebusqué para crearla con una raqueta. Mi madre todavía la tiene guardada”, revela sonriendo la cantautora que, a los 9 años, consumía videos en la señal de MTV.
Introvertida, como muchos chicos de esa edad, Dai se paraba frente al espejo y, micrófono en mano (gestado en forma sui generis), intentaba emular a Catupecu Machu o Cristina Aguilera, por ejemplo.
Un día cualquiera, viendo todo eso, su padre le obsequió su primera guitarra. “Realmente no sabía tocar y, hasta el día de hoy, no término encontrarle la vuelta. Era la época en que no se le daba tanta bola al canto. Pero sí puedo decir, que fueron dos caminos separados, al mismo tiempo. Pero como no era de hablar, lo hacía escribiendo. Con solo 9 años, escribía poemas de amor con rimas, sin saber por qué. Me inspiraba en lo que veía en la calle o en la televisión”, afirma la artista señalando que, al poco tiempo, fue inscripta en una biblioteca pública para aprender guitarra.
A los 13 años, sus progenitores tomaron una decisión: cambiarla de establecimiento educativo. Más precisamente, en la escuela de arte de su ciudad. “Ahí comencé a darle más atención a la guitarra, en los recreos. Una amiga del colegio tocaba la guitarra y yo anotaba. Así fue como comencé a escribir canciones”, asegura.
Dai no era fan de salir a tomar algo o ir a fiestas con amigas. Disfrutaba quedarse en su casa y escuchar música. “Ponía la radio y me sabía todas las canciones”,puntualiza la cantautora asegurando que tampoco pedía a sus padres que la llevaran a recitales.
A partir de su amor por la música, la tigrense se dio cuenta que podía cantar de verdad. “Mi primera banda se llamó ‘Alma bohemia’ y con ella grabé tres canciones en un cassette. Ese material todavía lo conservo, porque tengo la suerte que mi mamá es como una bibliotecaria que acomoda y guarda todo”, confiesa.
Luego de egresar de la escuela de arte y para cumplir con el mandato familiar, Dai pensó en seguir la carrera de abogacía, al igual que su hermano. Pero descubrió una institución municipal en Vicente López y se inscribió en el Instituto de Música “José Hernández”. Con criterio, sus padres le dijeron “si lo vas a hacer, hacelo en serio”. Pero al año y medio de cursada, la hija de Pedro decidió abandonar el canto lírico y cursar la carrera de Martillero y Corredor Público.
Tras obtener el título, Dai se fue dedicando a la comercialización y venta de propiedades, además de componer y cantar temas, como solista: “Deme cuando”, “Cumbia y Reggaeton”, “Cuchi Cuchi”, “Dandole”, “Poliamor” y “Calor”, entre otras.
El presente artístico la encuentra muy ocupada en la producción de nuevo material, bajo la batuta del prestigioso productor musical y artístico Daryus Carámbula. “No me acuerdo la última vez que pasé 24 horas sin música”, concluye Dai Lares sonriendo.